El escultor y teórico de arte francés de origen húngaro Nicolas Schoffer, desarrolló una interesante investigación en el terreno del arte y la tecnología en un momento en el que esta asociación no era del todo entendida en el mundo del arte. Después de algunos primeros experimentos gráficos vinculados a un repertorio de formas elementales, comenzó a teorizar sobre la ocupación del espacio, el papel de la luz y la estructura en todas sus dimensiones, para terminar encontrando una respuesta a sus preguntas en las nuevas tecnologías de la época, sobre todo en la teoría cibernética y la interactividad. A partir de la palabra «spatiodynamism» surgen sus primeras esculturas dinámicas autómatas que mediante sistemas de sensores, reacciónaban a los movimientos del espectador. Es en este momento cuando nace una nueva forma de interactividad en el arte.
Este interés por el dinamismo artístico fue iniciado originalmente por los cubo-futuristas y luego se intensificó y se solidifica por los artistas Constructivismo ruso, como Naum Gabo, Anton Pevsner, Moholy-Nagy y Ludwig Hirschfeld-Mack. Todos estos artistas estaban preocupados por ir más allás de la forma escultórica tridimensional estática y alcanzar una cuarta dimensión mediante el tiempo y el movimiento.
Schöffer no solo partió del espíritu de las vanguardias de principios de siglo sino que se benefició de las teorías cibernéticas de la época, sistemas de retroalimentación -interactividad- basados principalmente en las ideas de Norbert Wiener. Para Schöffer, estos cruces de pensamiento le permitieron dilucidar relaciones artísticas complejas desde dentro de su propia obra.
Su obra CYSP 1 (1956) es considerada como la primera escultura cibernética en la historia del arte y lo que hoy llmaríamos, una obra artística interactiva. Una obra desarrollada en colaboración con la empresa Philips, que hacía uso de la electrónica y el procesado de datos. La escultura se encuentra en una base montada sobre cuatro rodillos, que contiene el mecanismo y el cerebro electrónico.
Las placas son operados por pequeños motores situados bajo su eje. Células fotoeléctricas y un micrófono integrado en la escultura captura todas las variaciones de los campos de color, la intensidad de la luz y la intensidad del sonido. Todos estos cambios reacciones ocasión por parte de la escultura. La escultura se presentó en una actuación con la compañía de danza Maurice Bejart. CYSP 1 interactuaba con los bailarines en el techo de la Cité Radieuse (creada por Le Corbusier). Esta performance contaba además con música concreta compuesta por Pierre Henry.
Enlaces de interés
Edward A. Shanken, “The History and Future of the Lab: Collaborative Research at the Intersections of Art, Science, and Technology” in A Plohman and C Butcher, eds., Future of the Lab. Eindhoven: Baltan Labs, 2010, 23-40. Online .pdf
Hazel Gardiner, Charlie Gere, Art Practique in Digital Culture