Esta historia comienza en la cárcel militar de Saydnaya, donde el régimen sirio ahorcó a unos 13.000 prisioneros en cinco años. Según acusaciones de Amnistía Internacional, es un lugar de detención temible en Siria desde hace décadas.
Esta cárcel militar, situada a unos treinta kilómetros al norte de Damasco, tiene capacidad para recibir hasta 20.000 detenidos.
Antes del inicio del conflicto armado, había miles de prisioneros, en su mayoría opositores de diferentes tendencias, entre ellos islamistas. La disposición de Saydnaya no era casual, un perfecto panóptico con su torre central, donde el sonido cobra una especial importancia. Los prisioneros son privados de la visión, las paredes son permeables y el sonido se convierte en una potente arma de control para la tortura y el miedo.
“Saydnaya es el fin de la vida – el fin de la humanidad.”
“Abu Muhammed”, former guard at Saydnaya
Sobre esta cárcel y los hechos que allí acontecían, comenzó a interesarse Lawrence Abu Hamdan , un artista sonoro que intenta dar espacio y significado a diferentes tipos de escucha, llevando sus piezas a cruces inesperados entre ciencia y arte. Su trabajo se enmarca en el contexto del arte contemporáneo pero también del activismo y de los derechos humanos. Muchas de sus obras nacen del valor del testimonio auditivo así como de la ciencia del sonido. Una combinación que ha hecho de sus obras, pruebas de cargo en los tribunales de derechos humanos, convirtiéndolas en ciencia forense y por tanto, en pruebas aceptadas por los tribunales de derechos humanos.
De sus primeras investigaciones surge la obra Saydnaya (the missing 19db), una instalación sonora creada por Abu Hamdan en 2017 y que forma parte de un tríptico junto a Earwitness Inventory/After SFX y Walled Unwalled. En este trabajo de laboratorio sonoro el artista insta al espectador a participar en una reconstrucción sonora del entorno de Saydnaya.
Saydnaya (the missing 19db)
La desgarradora instalación sonora de Lawrence Abu Hamdan Saydnaya (the missing 19db), 2017, consiste principalmente en susurros. En una grabación que se reproduce a bajo volumen, un narrador relata en árabe sus experiencias durante el encarcelamiento en la prisión de Saydnaya en Siria, sus palabras son traducidas al inglés por una mujer que hablaba en voz baja. Describe cómo él y sus compañeros de prisión soportaron incontables horas de estricto silencio, así como las palizas regulares de los guardias, a veces por toser, a veces simplemente por capricho. Los mantenían en total oscuridad y con los ojos vendados cuando los sacaban de sus celdas, por lo que sus recuerdos auditivos de Saydnaya se encuentran entre los pocos medios disponibles para documentar un verdadero infierno. Los 19 decibelios que dan nombre a la instalación, eran la diferencia entre la vida y la muerte.
La pieza de sonido se reproduce en una habitación oscura desde una mesa de mezclas con poca luz en la que los controles de volumen están motorizados y se mueven de forma autónoma de acuerdo con las voces que se escuchan en la habitación. La proyección documenta la forma en que el susurro de los presos se volvió 4 veces más silencioso después de que comenzaron las protestas de 2011; mostrando un nivel de sonido decreciente, de derecha a izquierda, de una voz que habla a un volumen de conversación normal, una voz que demuestra el nivel en el que se podía hablar en Saydnaya antes de 2011 y finalmente el nivel en el que se podía hablar después de las protestas de 2011. La caída de 19 decibelios en la capacidad de hablar es un testimonio de la transformación de Saydnaya de una prisión a un campo de exterminio. En estos 19 decibelios podemos escuchar la desaparición de la voz y la voz de los desaparecidos.
Lawrence Abu Hamdan
El activismo por los derechos humanos encuentra aliados en el arte y la tecnología
En abril de 2016, Amnistía Internacional y Forensic Architecture se unieron para reconstruir digitalmente Saydnaya, un espacio al que nadie más que los prisioneros y sus guardias han podido acceder. Cualquier conocimiento que podamos recopilar sobre lo que sucede dentro de Saydnaya o cómo se ve el lugar se deriva de los recuerdos de los detenidos. Desafortunadamente, ninguno de ellos ha visto la prisión. Entran con los ojos vendados y tienen que mantener los ojos cerrados cuando se mueven de un espacio a otro.
Desde esta web puedes recorrer de forma virtual los diferentes módulos de la prisión, es espeluznante comprobar las condiciones en que son recluidas las personas, privadas de visión, bien por taparles los ojos en los traslados o por permanecer en total oscuridad en sus celdas. Un entorno en el cual el sonido cobra un papel protagonista.
En 2016, Abu Hamdan se reunió con cinco supervivientes de Saydnaya como parte de la colaboración de investigación de Amnistía Internacional y Forensic Architecture . Los investigadores utilizaron modelos arquitectónicos y acústicos para reconstruir el centro de detención y las experiencias de los sobrevivientes. El «testimonio de testigos» de los ex detenidos, y sus experiencias, se reprodujeron a través de una serie de técnicas que incluían «perfiles de eco» para determinar el tamaño de las celdas, escaleras y pasillos, así como «artefactos sonoros» para simular sonidos de la prisión, como puertas, cerraduras, y pasos, que ayudaron a desencadenar más recuerdos acústicos.
After SFX
Al principio, Abu Hamdan utilizó los efectos de sonido de las grabaciones disponibles como recordatorio cuando realizaba sus entrevistas con ex prisioneros de Saydnaya, pero los encontró insuficientes. Para ayudar a recrear los ruidos que describían los entrevistados, recreó el entorno de Saydnara. Mediante la tecnología, reprodujo al detalle la arquitectura de la prisión para trabajar sobre la acústica de la misma, revelando las condiciones de vida dentro de una prisión de la que sabemos muy poco.
After SFX enfatiza la existencia de un imaginario sonoro compartido, pero también ilustra la inadecuación del lenguaje para representar sonidos revelando la necesidad de una sensibilidad artística tanto para decodificar la memoria acústica como para elaborar piezas de la evidencia.
Earwitness Inventory
En 2018 Abu Hamdam presenta la instalación Earwitness Inventory con una variedad de estos elementos esparcidos por el piso, entremezclados con instrumentos de efectos de sonido más comunes, como escaleras con media alfombra, que se pueden usar para producir sonidos de personas caminando. Las herramientas más pequeñas estaban alineadas en una estantería de metal, incluidos tramos de tubería (para reproducir el sonido de las puertas que se cerraban). Si bien estos elementos pueden haber tenido un valor funcional como herramientas de investigación, utilizados, por ejemplo, para determinar con qué frecuencia los detenidos escucharon latigazos versus palizas, o escucharon los camiones cuya llegada indicaba ejecuciones inminentes, la instalación los presentó sin contexto, por lo que parecían más objetos decorativos o accesorios.
Waled Unwaled
Walled Unwalled es una instalación de video monocanal de 20 minutos. La performance se compone de una serie entrelazada de narrativas derivadas de casos legales que giraban en torno a pruebas que se escucharon o experimentaron a través de las paredes. Consiste en una serie de representaciones y un monólogo en el interior de un trío de estudios de efectos de sonido en el Funkhaus, Berlín Este.
Abu Hamdam, Turner Prize 2019
Abu Hamdan está fascinado por la «intangibilidad de los sonidos, la imposibilidad de contenerlos en un recipiente», «siempre se filtrarán» ya que solo alcanzan la consistencia cuando están ligados a una imagen.
Es nominado por este trabajo al premio Turner 2019 y finalmente lo compartirá junto con los artistas Helen Cammock, Oscar Murillo y Tai Shani.
Parte de la información recopilada por Abu Hamdam, fué de un gran valor para la investigación de Amnistía Internacional y su denuncia en la Corte Penal Internacional. Algunos de los testimonios, en cambio, fueron el resultado de una distorsión de la memoria, ya que resultaron más emocionales que puramente fácticos y como tales, inadmisibles en un contexto legal y de derechos humanos. Sin embargo, este material también reflejaba un nivel de hambre, hipervigilancia y angustia tan alto, que distorsionaba sus sentidos.